Pan Real

Sobre estas líneas, junto a un camión de reparto, Eloy Sánchez Estornell, fallecido hace dos años.

Hay empresas que son relativamente recientes pero que hunden sus raíces en muchas décadas de trabajo y varias generaciones de personas. Es el caso de Pan Real, una empresa que este año cumple 30 de existencia pero cuyos orígenes se remontan a más de 100 años atrás. En estos momentos es la cuarta generación de la familia Sánchez, originaria de Moral de Calatrava, la que lleva las riendas, la cual está formada por los hermanos Eloy, Mari Carmen Miguel Ángel y Marian Sánchez Campos, responsable cada uno de ellos de diferentes actividades, y todavía apoyados por su madre Miguela Campos Sánchez, y hasta hace dos años, momento en el que falleció, por su padre Eloy Sánchez Estornell. Fue precisamente éste el que inició lo que hoy es Pan Real.

Es en el año 1985 cuando este hereda la empresa de su padre, que a su vez la había recibido del suyo, y en ese mismo momento decide dar el paso hacia Ciudad Real. Lógicamente llevaba ya muchos años trabajando en la panadería familiar de Moral, pero al contrario que su padre y sus abuelos, que habían mantenido escrupulosamente la tradición artesanal, Eloy era mucho más inquieto y tenía una visión de mercado muy amplia. Tal vez se debiera a que además de panadero, durante varios años había estado en la empresa de autobuses de línea, otro negocio que tenía la familia, a lo que se sumaba su inquietud como empresario emprendedor buscando siempre la diferenciación, según nos comenta ahora su hijo Eloy, “lo que le permitía ver constantemente distintas formas de negocio”.

Pan Real

Todos los miembros de la familia se han implicado desde muy jóvenes en el negocio.

Por eso, nada más quedarse al frente de la panadería, ya que sus hermanos emprendieron otros caminos empresariales, comenzó a incorporar novedades, tanto desde el punto de vista técnico, con la incorporación de moderna maquinara y hornos, hasta en la variedad de su producto, a la vez que empezó a vender parte de los mismos, como sus mantecados, en distintos lugares de España donde vivían muchas personas originarias de Moral, como era el caso de Torrejón de Ardoz. Así, con esta política de renovación y emprendimiento, en poco más de tres años reformó completamente las instalaciones y triplicó la producción a nivel local.

Pero a la vez ve que su pueblo se le está quedando pequeño y decide conquistar la capital. Su primera tienda en Ciudad Real la monta en el año 1985, en la calle Toledo, donde todavía permanece, y ya destaca por su especial decoración, nombre (un guiño, Real, al nombre de la ciudad) y diseño de imagen. Como novedad importante destaca la unión que hace entre la fábrica y el despacho, ya que ambos van unidos, algo que hasta el momento no se había hecho. Venía a ser una boutique del pan, tanto por la calidad del producto como por la forma de venta y la garantía que aportaba un producto cien por cien artesanal hecho casi en el mismo lugar donde se despachaba. El cliente lo recibía directamente de fábrica pero en un lugar físico sumamente atractivo. El contraste con las fábricas tradicionales de pan, que entonces servían a la ciudad, se vio muy pronto, ya que estas habían perdido el contacto directo con el cliente y servían a nivel industrial a todo tipo de tiendas sin identidad. Por eso Pan Real volvió al concepto de elaboración artesanal pero con una gran calidad. En realidad unía esta calidad a la tecnología de las mejores fábricas, pero ponía en contacto directo al artesano con el cliente a la hora de servir una amplia gama de productos de pan, bollería y pastelería.

El éxito no se hace esperar y tres años después, en 1988, monta la segunda tienda, en la calle Morería, con un obrador pequeño. Por algunos problemas de funcionamiento se decide eliminar el obrador y mantener la tienda que se surte del obrador de la calle Toledo.

Pero el éxito es tan grande que el obrador no basta para la demanda y pronto se ve la necesidad de montar una fábrica, aunque en ese momento sigue funcionando la de Moral. Con la idea de terminar centralizándolo todo, se construye dicha fábrica en el Polígono de Larache, entre el año 1992-93, y se decide cerrar la de Moral (la cual se le vende a un familiar que continúa el negocio en dicha localidad), mientras se sigue creciendo en el número de tiendas. En estos momentos la plantilla de la empresa alcanza ya casi las 20 personas.

Pan RealLas tiendas son tanto propios como por sistema de franquicia que se había creado en el 2002, porque piensan desde Pan Real que el franquiciado es un empresario que siempre se implica mucho y que, por tanto, siempre dará buena imagen del producto. El autoempleo y el hecho de que el franquiciado haga suyo el negocio, siempre es una garantía para la casa matriz.

Así, en pocos años se llega a contar con unas siete tiendas propias y otras siete en franquicia, saltando de Ciudad Real a Miguleturra, Poblete, Bolaños, Malagón, Abenójar, o Daimiel…

Lógicamente según se crece en establecimientos, y en potencial de fabricación, se crece también en productos, cuidando mucho la sección de pastelería.

Pero esta expansión tan espectacular no fue fruto sólo del impulso originado por la energía empresarial de Eloy, sino también por la calidad del producto Pan Real. “Jamás hemos hecho algo barato, que no estuviese en condiciones, para cubrir el expediente o para venderlo a bajo precio”, nos dice Eloy Sánchez Campos, “mi padre siempre tuvo muy claro que en todo momento se tenía que dar calidad, a la que se debía acompañar con un excelente servicio, pero por encima de todo, la calidad del producto”.

En la actualidad Pan Real cuenta con un total de 25 tiendas, siendo su sistema de franquicia una apuesta económica sin riesgos para aquellos emprendedores que quieran apostar por un negocio seguro y muy gratificante, ya que Pan Real incorpora a su línea de negocio una nueva imagen que siendo muy moderna no pierde nunca su principal muestra de identidad: la calidad.

Fotos: Pan Real