Elena Torres Hernández, Graduada en Estudios Ingleses.

Se acerca la Navidad, y con ella uno de los valores que tradicionalmente se asocian a estas fechas: la solidaridad. Junto a las bellas luces que decoran las calles de nuestra ciudad, la compra de regalos y los preparativos de grandes cenas con nuestras familias y amigos, vemos también cómo surgen iniciativas solidarias por parte de los comercios y las ONG para que los más necesitados puedan disfrutar de la Navidad tanto como nosotros.

No cabe duda de que la tradición cristiana en nuestro país ha asociado la Navidad con la solidaridad. Sin embargo, muchas personas no creyentes también consideran estas fechas como una oportunidad para compartir recursos con los menos afortunados. Sin embargo, ¿somos tan solidarios como creemos?

La Navidad es una época de derrochar dinero. Gastamos en cenas y regalos, en ropa cara para salir de fiesta, en dulces típicos de estas fechas, pero rara vez nos paramos a participar en actividades solidarias. Cuando nos encontramos con alguna iniciativa de las ONG quizás donamos un par de paquetes de arroz para los pobres y calmamos la voz de nuestra conciencia. Más tarde, mientras devoramos la mariscada y el turrón, no nos acordamos de aquellas familias que apenas tienen comida para celebrar la Navidad, ni de aquellos niños que pasan hambre durante todo el año.

¿Acaso ellos no merecen celebrar la Navidad como nosotros? ¿Acaso no deberíamos darles la oportunidad de descansar en estas fechas, de poder celebrar una comida especial con los suyos, de poder olvidar durante al menos unos días sus problemas? Lo que para nosotros sería un sacrificio insignificante podría suponer una gran diferencia en la vida de una persona a la que la suerte le ha dado la espalda. Deberíamos imaginar la sonrisa de un niño que recibe un regalo que no esperaba tener, o la felicidad de una familia que pueda llenar su plato en Nochebuena cuando creían que no tendrían más que un poco de caldo para cenar.

Es tiempo de reflexionar sobre cómo podemos ser más solidarios, no sólo durante la Navidad sino también el resto del año. Pero, por ahora, podemos comenzar por las iniciativas que se nos presentan en diciembre: comprar juguetes para las familias que no se lo puedan permitir (como hace la campaña Reyes Magos de Verdad), así como donar aquellos que ya no usamos para que otros niños puedan aprovecharlos; también podemos donar dinero y comida para los más pobres, o presentarnos voluntarios para ayudar en comedores sociales. Estemos atentos a los carteles en las puertas de los comercios cuando hagamos nuestras compras navideñas, pues seguramente se nos presenten más oportunidades de ser solidarios con una gran variedad de iniciativas en las que todos podemos colaborar.

Hagamos que estas fiestas sean más solidarias. Entre todos podemos conseguir que el mundo sea un lugar más justo y que la felicidad navideña llegue a todas las familias. Todos merecemos sonreír en estas fechas. ¡Feliz Navidad!