Miguel Alberdi. Decorador

Miguel Alberdi. Decorador

A la hora de diseñar un espacio hay muchos factores que el interiorista debe tener en cuenta. Uno de ellos es la iluminación. Esta nos permite tener una visión y percepción acerca del espacio, dado que nos marca los límites próximos. No obstante, al relacionarse con los objetos, puede modificar la apariencia del espacio, crear diferentes sensaciones y hasta influir en el estado de ánimo de las personas. El diseño de iluminación puede definirse como búsqueda de soluciones que permitan optimizar la relación entre el usuario y su medio ambiente. Podemos considerar tres tipos de iluminación que se deben analizar a la hora de realizar un proyecto:

– “La iluminación natural diurna”, es la que procede del sol. Su incidencia depende de la ubicación geográfica del espacio. Debe considerarse que sufre cambios no solamente a lo largo del día sino también a lo largo de las estaciones del año. Esta puede ser parcialmente controlada por cortinados.

– “La iluminación artificial diurna” e “iluminación artificial nocturna”, ambas se producen mediante la electricidad. Pueden ser diseñadas y controladas según las necesidades del usuario.
Al realizar el proyecto de iluminación se debe seguir el proceso que se emplea en otros campos del diseño. “Análisis del proyecto” está enfocado a recaudar la mayor cantidad de datos del espacio, mediante el relevamiento visual. Esto permite establecer las exigencias, las cuales descienden de las actividades a efectuar el espacio.

En primer término, las visuales, que exigen prestar atención a las características físicas y arquitectónicas del ambiente.

En segundo término, las emocionales que surgen a partir de la influencia de la luz en el estado de ánimo, motivación, sensación de bienestar y seguridad.

“La planificación básica”. Se constituye un perfil de las particulares que debe tener la instalación para satisfacer las necesidades de los usuarios. En esta etapa se determina el sistema de alumbrado, las características de las fuentes luminosas, la factibilidad para el uso de alumbrado natural y, eventualmente, la estrategia para su integración con iluminación artificial.

A su vez el sistema de alumbrado depende del uso que se le dará al espacio. Si se busca tener una iluminación uniforme, lo acertado sería un sistema de alumbrado general, donde la iluminación se distribuyese en forma homogénea. En el caso de querer destacar ciertos sectores de interés, el sistema de alumbrado localizado sería el indicado. Este sistema brinda valores de iluminación altos, solo en las áreas a destacar, dejando el resto de los espacios con niveles de iluminación menores.

A su vez, estos dos sistemas de iluminación pueden ser combinados dependiendo de la iluminación del ambiente.

“La etapa del diseño detallado” se emprende a partir de la resolución de los aspectos específicos del proyecto, tales como la selección de las luminarias, el diseño geométrico y sistema de montaje, los sistemas de alimentación, comando y control eléctricos, la instalación de alumbrado de emergencia y seguridad.

También se efectúa el análisis económico y el presupuesto del proyecto; asimismo se confecciona la documentación técnica.

Una vez que comienza la etapa de ejecución de obra, la asistencia técnica es algo que el diseñador debe controlar, debido a que la mayoría de los casos surgen inconvenientes, como alteraciones con respecto del diseño original.

Finalmente, cuando la obra está concluida, se realiza la última etapa que es la “Evaluación posterior”. Su finalidad es la verificación del proyecto y se analizan los términos técnicos, económicos y el funcionamiento.

Para más información:
Tfno.: 686 47 61 91
Web: www.miguelalberdi.com