Francisco Javier Morales

Francisco Javier Morales Hervás/ Doctor en Historia

El Valle de Alcudia es un regalo para los sentidos. Cuenta con un rico y variado patrimonio natural, que ha sido aprovechado y disfrutado por los seres humanos desde tiempos remotos. Sus variados recursos han sido un atractivo reclamo para el asentamiento humano y, como consecuencia de ello, podemos encontrar en esta comarca destacados yacimientos arqueológicos entre los que sobresale el que se encuentra en la aldea de La Bienvenida, perteneciente al término municipal de Almodóvar del Campo.

Ya desde el siglo XVI podemos encontrar descripciones que comentan el interés de los notables vestigios patrimoniales de este lugar. A lo largo del siglo XX diversos estudios incidieron en la importancia arqueológica de La Bienvenida, hecho que quedó claramente corroborado cuando, a partir de comienzos de la década de los 80, se iniciaron las primeras campañas de excavaciones arqueológicas sistemáticas que permitieron establecer con casi total seguridad la correspondencia de este asentamiento con la
ciudad romana de Sisapo.

Aunque fue en época romana cuando este lugar conoció su fase de máximo desarrollo, podemos remontarnos al siglo VIII a.C. para rastrear sus primeras evidencias de ocupación. Las intervenciones arqueológicas han aportado una información muy interesante para caracterizar esta primera etapa de poblamiento de La Bienvenida, de la que proceden destacados elementos como estelas decoradas del Bronce Final, cerámicas tipo Medellín y cerámicas griegas importadas, que ponen de manifiesto que, desde fechas muy tempranas, este asentamiento mantuvo importantes contactos con diversas áreas
como la Alta Andalucía y el suroeste peninsular, donde en estos momentos se desarrollaba la cultura tartésica, que ya mantenía relaciones comerciales con fenicios y griegos, quienes pudieron estar interesados en la obtención de productos mineros del ámbito de Sierra Morena-Valle de Alcudia, cuya explotación en esta etapa parece confirmarse por algunos hallazgos producidos en La Bienvenida, como cuarcita con impregnación de cinabrio y mazas de minero.

Las influencias de los pueblos mediterráneos sobre las poblaciones indígenas impulsaron a partir del siglo V a.C. el desarrollo de la cultura ibérica, que en este ámbito podemos denominar oretana, muy
bien representada en La Bienvenida a través de significativos materiales arqueológicos, entre los que destaca la característica cerámica ibérica a torno decorada con motivos geométricos pintados.

La Bienvenida Sisapo

Domus de las columnas rojas y mosaico de ésta / Fotos facilitadas por Germán Esteban Borrajo
Co-director del equipo arqueológico Sisapo. Patrimonio. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

A mediados del siglo II a.C. podemos situar el control de este territorio por los romanos y a esta fecha corresponde la construcción de una fortificación en este asentamiento, que sustituye al anterior sistema
defensivo ibérico. A partir de este momento los romanos intensificarán la explotación de los recursos de esta zona, especialmente los mineros, y Sisapo se consolidará como un centro estratégico a partir del cual organizar esta explotación económica, hasta el punto de convertirse en un destacado municipio romano citado por autores clásicos como Ptolomeo y que también aparece mencionado en importantes itinerarios de época romana.

En los siglos I y II de nuestra era, Sisapo xperimentó un notable desarrollo que se manifestó en la consolidación de su estructura urbana y en la monumentalización que experimentó la ciudad con la construcción de elementos como una calle porticada en la que se ha podido documentar un extraordinario edificio, la “Domus de las Columnas Rojas”, que cuenta con unas notables dimensiones
y una llamativa decoración en la que sobresalen sus excelentes mosaicos. A partir del siglo III Sisapo entrará en decadencia, hasta su casi total abandono, aunque contará con una fase de ocupación visigoda
que se manifiesta en la existencia de una necrópolis de esta época.

Un privilegiado cóctel de naturaleza, paisaje y patrimonio arqueológico nos aguarda en La Bienvenida para reconfortarnos con estímulos idóneos para almas inquietas.