Ignacio Calderón es licenciado en Derecho. Proviene del mundo empresarial en donde ha desempeñado el puesto de director general de varias multinacionales habiendo pasado, igualmente por la Administración Pública. En la actualidad es director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), en la que lleva 25 años trabajando, tiempo que él considera como “la mayor parte de su vida profesional”.

“Los jóvenes son muy vulnerables a las drogas por la falta de proyectos vitales”

Pregunta.- ¿Qué le llevó a entrar en la FAD?

Respuesta-. Cuando en FAD estaba Eduardo Serra de director general, me llamó para ver si me interesaba sustituirle en la Dirección General de la FAD. Yo nunca había trabajado en el mundo social pero el tema social me pareció interesante y acepté.

P.- ¿Qué diferencia hay entre trabajar aquí y trabajar en una multinacional?

R.- Me gustaría que cundiera el ejemplo de este tipo de organizaciones en cuanto a la profesionalidad, ya que se trabaja con igual o mayor intensidad que en una multinacional, la diferencia es que la motivación no es el dinero. Estas organizaciones deberían ser un ejemplo para la empresa privada.

P.- ¿Qué es FAD?

R.- Es la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Nació en 1986 de la mano del General Gutiérrez Mellado, quien tenía un compañero, e íntimo amigo, que tenía un hijo heroinómano. El General veía el destrozo en esta familia y le dijo “tenemos que dejar de llorar y hacer algo”, sabiendo que muchas familias podían estar padeciendo un sufrimiento similar. Decidió poner en marcha una Fundación, la FAD. Gracias a su prestigio contó inmediatamente con el apoyo de personalidades de la empresa y la banca, todo ello en los años de la crisis de la heroína. El General contó también con el apoyo de la Reina Sofía, que aceptó la Presidenta de Honor desde el nacimiento de la FAD.

P.- ¿Ha habido problemas de financiación?

R.- La pregunta debería ser “¿ha habido algún momento en el que no haya habido problemas de financiación?”. La FAD se financia a través de los rendimientos de su fondo social que fue creado por todos los patronos. Recibimos subvenciones del sector público y aportaciones a proyectos del sector privado y realizamos actividades a partir de los recursos económicos que conseguimos. La demanda es ilimitada, pero el dinero no lo es, por lo que no podemos ampliar las actividades. El descenso en la alarma social ha afectado a la financiación.

P.- ¿Qué actividades están desarrollando en este momento?

R.- La FAD se concibió como una institución dedicada a la prevención desde su origen. La sensibilización es una prioridad. Hemos realizado sesenta campañas de publicidad gracias al extraordinario y desinteresado apoyo que recibimos de los medios de comunicación y de las agencias de publicidad. Los congresos y seminarios que realizamos con expertos también contribuyen a que la sociedad vaya asumiendo la importancia de la educación en valores que llevamos a las escuelas, con la intervención de los docentes desde la etapa infantil, y a las familias formándolas y preparándolas para saber cómo actuar.

Tenemos programas de apoyo a los docentes: el Homenaje al Maestro con el que reconocemos y agradecemos su labor como agentes de prevención, así como la Acción Magistral, un proyecto educativo que cuenta con más de 6.000 educadores innovadores a los que ayudamos a tener las mejores posibilidades de realizar su trabajo y ser ejemplo para el resto de educadores.

Además hace tres años creamos el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, desde donde analizamos todo aquello que influye en la conducta de los jóvenes con el fin de apoyar su desarrollo personal y social.

P.- ¿Qué diferencia hay entre cómo se veía la droga en la sociedad de los años 80 y 90, y cómo se ve ahora?

R.- Cuando se creó la FAD, había una alarma social muy intensa y una demanda de medidas urgentes ante el desconocimiento del fenómeno y la súbita aparición de drogodependientes, personas muy deterioradas, que atracaban para conseguir dinero para el consumo de drogas. Ante este problema hubo una gran movilización social para demandar protección. Iniciamos nuestra actividad con mensajes de sensibilización que llamaron la atención sobre el problema, y pusimos en marcha un teléfono gratuito de orientación sobre drogas que mostró su utilidad con las más de 20.000 llamadas anuales que se atendían. La crisis de la heroína remitió a mediados de los años 90 y entonces cobraron protagonismo las drogas lúdicas (alcohol, cannabis…) que se consumen en espacios de ocio y la incorporación de la juventud al consumo de drogas. Se incrementó el consumo de cocaína y de otras drogas lúdicas en una sociedad en la que los jóvenes son muy vulnerables por un estilo de vida muy ligado a la diversión y a la falta de proyecto vital.

P.- ¿Por qué las drogas son malas?

R.- Porque las drogas quitan la libertad. Te hacen dependiente de su consumo. Si pensamos que la libertad es buena, es obvio que las drogas no pueden serlo. También existe una diferencia entre el consumo esporádico y experimental y la adicción. Son cuestiones que hay que contemplar por separado, aunque las personas que consumen drogas esporádicamente o de forma experimental también están en situación de riesgo, como accidentes, embarazos no deseados, violencia, fracaso escolar, etc.

P.- Esto nos lleva a la clasificación de las drogas. Las hay más y menos peligrosas… ¿Qué son las drogas? ¿El alcohol y el tabaco lo son?

R.- Sí, el alcohol y el tabaco también son drogas, están así definidas por la OMS, pero la sociedad tiene la idea de que las drogas están vinculadas a la delincuencia y la marginalidad, por lo que es difícil asumir que el alcohol, que está tan arraigado en nuestra cultura, pueda ser lo mismo que la heroína. El alcohol ha tenido una protección social especial. La cifra de consumo de heroína es muy baja, pero crea una gran alarma social. Sin embargo, las dos drogas más consumidas con diferencia son las legales: el alcohol y el tabaco.

P.- En una encuesta realizada en el 2016, jóvenes de entre 14 y 18 años ven el alcohol como una sustancia menos nociva y el tabaco más peligroso que el cannabis. ¿Cómo se ha llegado a estas conclusiones?

R.- Por desconocimiento y por la información disponible sobre el tabaco, ya que se ha hecho énfasis en las enfermedades producidas por él, mientras que el cannabis se ve como algo positivo en el ocio y la diversión. En el caso del tabaco, ha tomado importancia el riesgo de “fumador pasivo” y esto ha llevado a un rechazo social del fumador en los lugares públicos. En menor medida, el rechazo al alcohol se ha conseguido gracias a las campañas de la DGT, ya que al conducir bajo los efectos del alcohol se pone en riesgo la vida de los demás. La sociedad actual valora mucho la libertad individual, siempre y cuando esa libertad no afecte a la de los demás.

P.- Desde el punto de vista de la FAD, ¿cómo se debe tratar el consumo de alcohol entre los menores cuando es una droga legal y está tan incorporada en las costumbres de nuestra sociedad?

R.- Nosotros hemos puesto en marcha un movimiento desde la sociedad civil, la “movilización alcohol y menores”. Los datos muestran que en el último mes ha habido 480.000 borracheras en menores de edad, y, como dice la última campaña de la FAD “la peor noticia es que todos pensamos que no es nuestro problema”. Esta campaña muestra nuestras preocupaciones y disposición de poner en marcha un trabajo más intenso, especialmente tras el fatídico fallecimiento de una niña de 12 años hace unos meses por un coma etílico. Se han sumado a esta “Movilización alcohol y menores” diversas organizaciones del ámbito de la educación, la familia y la prevención de consumos de drogas para abordar este grave problema del que la sociedad empieza a ser consciente. El problema del consumo de alcohol por parte de menores existe desde hace décadas ya que son consumos vinculados a los estilos de vida en un país festivo, y parece que cualquier celebración debe venir acompañada de una borrachera.

P.- ¿Las campañas que están haciendo dan el resultado que ustedes querrían? ¿Existen formas de medir el resultado?

R.- Sí, en las evaluaciones que hacemos sobre el conocimiento y la importancia de las campañas en la población, más del 80% dice que estas son útiles o muy útiles, y además hay un recuerdo enorme de las campañas de incluso hace 15 años, pero es complicado saber si las actitudes han cambiado.

P.- ¿Por qué no se legalizan las drogas? ¿Sería bueno o no legalizarlas?

R.- Ahora mismo hay en el mundo un gran debate sobre la regularización del cannabis, que no se debe confundir con legalización. Se trata de establecer unas reglas de quién puede vender y cómo se puede consumir. Creo que ha habido un fracaso de las medidas represivas, que ha llevado a la proliferación de las mafias, pero no se puede pasar de la noche a la mañana a legalizar sustancias que solo tienen grandes efectos negativos.

P.- ¿Hay algo que desee añadir?

R.- Sí, que las drogas han estado y van a estar siempre, buscarán su momento y su oportunidad. Los jóvenes son muy vulnerables hoy en día, ya que ven las drogas como una forma de cubrir deficiencias, y debemos resolver dichas deficiencias para prevenir futuros problemas.