De su dilatada construcción en Navalcarnero.

Nuestra Señora de la AsunciónLa situación en la corte madrileña era muy convulsa. Juan José de Austria, hermanastro del rey Carlos II, había asumido el poder en la práctica y este hecho obligó a la reina madre, Mariana de Austria, a abandonar Madrid para fijar su residencia en el alcázar de Toledo. En su marcha hacia tierras toledanas decidió realizar un pequeño desvío en su ruta para pasar previamente por Navalcarnero. Esta localidad le traía agradables recuerdos, pues fue de las primeras que conoció tras su llegada a España para contraer matrimonio con el rey Felipe IV.

La boda entre Felipe y Mariana se celebró el 7 de octubre de 1649 en el oratorio de la Casa de la Cadena de este municipio madrileño, que, por su hospitalidad, recibiría de Felipe IV el título de “villa real”. Habían pasado casi tres décadas desde aquel momento, pero la reina madre recordaba perfectamente la visita que realizó, la cual empezó por su iglesia, a la que acudió el real matrimonio para solicitar la protección de la Inmaculada Concepción. Le sorprendió la serena belleza que mostraba este templo, que se caracterizaba por presentar armónicamente integrados elementos correspondientes a diferentes épocas y estilos, lo cual era el fruto de su dilatado proceso constructivo.   

Las primeras obras para la construcción de esta iglesia se iniciaron a comienzos del siglo XVI, etapa en la que aún predominaban en nuestro país los principios arquitectónicos de un estilo gótico que empezaba a languidecer, a la vez que llegaban algunas influencias de los nuevos conceptos constructivos inspirados en el pasado grecolatino, que se estaban consolidando en tierras italianas. El resultado de estos dos influjos fue un proyecto ecléctico que rezumaba medievalismo con toques clásicos, que dio lugar a una planta basilical dividida en tres naves, que tenía adosada una llamativa torre de clara inspiración mudéjar, realizada, al igual que buena parte del resto del edificio, con mampostería y ladrillo, lo cual denotaba influencias toledanas, que se explicaban tanto por la proximidad de esta ciudad como por pertenecer a su arzobispado. 

El rápido incremento poblacional que experimentó Navalcarnero a lo largo del siglo XVI hizo que en el último cuarto de ese siglo se promoviera la ampliación de este templo, uniendo a la estructura básica definida por la planta basilical un cuerpo que correspondería a la cabecera y en el que aparecerían el crucero, el presbiterio y la sacristía. En esta ampliación se perciben las influencias de la sobriedad y austeridad constructiva y decorativa que definió el nuevo estilo arquitectónico que empezó a cobrar protagonismo con Juan de Herrera durante el reinado de Felipe II y que alcanzó su mejor representación en el monasterio de El Escorial.

Iglesia Nuestra Señora de la Asunción interiorA comienzos del siglo XVII se incorporaron nuevos elementos, destacando la construcción de la capilla de la Inmaculada Concepción, cuya imagen aparecía con todo su esplendor rodeada por un retablo realizado dentro de los cánones artísticos inspirados por la contrarreforma católica. Mariana pudo comprobar que desde su anterior visita a la iglesia, ésta había enriquecido notablemente su patrimonio ornamental con la incorporación de pinturas y esculturas y, sobre todo, con la realización tras el altar mayor de un destacado retablo que se inició en 1666 y cuya ejecución, no exenta de múltiples problemas económicos, de diseño y de dirección de obras, acabó por ofrecer una visión renovada del ábside de la nave central del templo.

Aunque el viaje que debía retomar Mariana tenía un regusto amargo, su paso por Navalcarnero le reconfortó, agradable sensación que espera a todos aquellos que decidan visitar esta joya de la arquitectura madrileña. 

Fotos: Ayuntamiento de Navalcarnero