Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

El territorio controlado por la Monarquía Hispánica en el siglo XVI, especialmente la Corona de Castilla, se caracterizó, en líneas generales, por vivir una fase de crecimiento económico y demográfico, realidad que, aunque con menor intensidad, también conocieron las tierras que actualmente conforman la provincia de Ciudad Real. Pero el siglo XVII ofreció una realidad muy diferente. Los llamados “Austrias Menores” (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) parecían contar con menos capacidades para el gobierno que sus predecesores de la centuria anterior, aunque también hay que tener presente que los “Austrias Mayores” les dejaron como herencia importantes problemas, como diversos conflictos bélicos y una Hacienda quebrada.

Retrato, por Velázquez, del rey Felipe III, el monarca que expulsó a los moriscos.

La reiterada sucesión durante el siglo XVII de numerosos años de malas cosechas y epidemias provocó una reducción de la población, que en algunas zonas de Castilla, como nuestro actual territorio provincial, llegó a ser bastante significativa. A ello, además, hay que unir un hecho que tuvo una especial relevancia en nuestras tierras: la expulsión de los moriscos entre 1609 y 1611. Según algunos estudios, la población morisca expulsada de la Corona de Castilla supuso un 3,5% del total de la población, pero en las tierras de nuestra provincia esta medida resultó ser mucho más perjudicial ya que el porcentaje de población expulsada se situaría en torno al 6,5%. Si analizamos la incidencia por áreas más concretas, debemos indicar que la menos afectada fue la correspondiente al Campo de San Juan, que perdería menos de un 1% de su población. Del Campo de Montiel saldría en torno al 6,8% de su población, el Campo de Calatrava perdería un 7,8% de sus habitantes y la zona más afectada correspondería a Ciudad Real capital, que perdería algo más de un 20% de su población. La expulsión de la minoría morisca no sólo tuvo una repercusión en la demografía, sino que también afectó a la economía, pues los moriscos se caracterizaban por su productividad en sectores como el agrario y el artesanal.

Aunque el Seiscientos fue una centuria de estancamiento y decadencia, resulta llamativo que en este siglo se promovió la construcción de un buen número de edificios, sobre todo correspondientes a la arquitectura religiosa, que aún se verá beneficiada por el impulso propiciado por la Contrarreforma. No obstante, es preciso señalar que en muchos casos estas iniciativas constructivas se caracterizarán por el empleo de materiales pobres y por los largos períodos que precisaron para finalizarse las obras, dadas las dificultades económicas que provocaban la paralización de la construcción en muchos casos. También contamos con ejemplos de arquitectura civil, si bien son mucho menos numerosos, pero entre los que merece ser destacado algún ejemplo como el Palacio del Conde de Valparaíso en Almagro.

Izq.: Corral de Comedias de Almagro. Dcha.: Plaza de toros del Santuario de las Virtudes. (Fotos Wikipedia)

A pesar de que el siglo XVII español se caracteriza por la decadencia política y económica, no podemos olvidar que a lo largo de esta centuria se llevaron a cabo algunas de las más destacadas creaciones artísticas de nuestro país, lo que nos permite hablar del Siglo de Oro, en el que sobresalieron algunos autores teatrales cuyas obras pudieron ser representadas en espacios como el Corral de Comedias de Almagro que se construyó en 1628. Otro de los espectáculos que contó con una gran popularidad fueron las corridas de toros, destacando en este sentido la construcción en 1641 de la plaza de toros del Santuario de las Virtudes, una de las más antiguas del mundo.

La crisis del Seiscientos fue percibida claramente tanto por los monarcas como por sus súbditos, hecho que podemos apreciar a través de la real cédula que en 1622 envió Felipe IV a todas las ciudades para solicitar propuestas con las que mejorar la situación del reino. Resulta ilustrativo recordar algunas de las medidas propuestas por el ayuntamiento de Ciudad Real, entre las que se incluyen iniciativas genéricas para el reino como prohibir la entrada de mercancías extranjeras y otras más específicas para fomentar la recuperación demográfica en Ciudad Real a través de un trato más favorable en el pago de impuestos y con medidas de descentralización administrativa, entre las que destaca la petición de recuperar la Chancillería que fue trasladada a Granada o bien crear una Chancillería para la zona centro, diferenciada de las de Valladolid y Granada.