Cincuenta y cinco años calzando a varias generaciones.

Calzados Mariano se fundó en el año 1962 por Don Mariano Pérez Gómez y Doña Amparo Martín Cabañas. Mariano llegó a Getafe cuando tenía 18 años, empezó a trabajar como zapatero haciendo botas de fútbol para el Getafe y botas para personas con dificultades en los pies.

Mariano se crió en Portillo, un pueblo de Toledo, su padre era curtidor de piel, de ahí venía su vocación por el calzado. Amparo también era de Toledo pero llegó a Getafe antes que Mariano y trabajaba en un taller como sastre. Cuando se casaron se fueron a vivir a la  calle Toledo, donde estaba el antiguo cine Cervera, ahí es donde nació su primer hijo, Mariano. Y en el año 62 es cuando deciden montar su propio negocio y se trasladan al barrio de la Alhóndiga, justo a la calle Estudiantes, número 22, con el objetivo de tener una mejor vida.

En los inicios contaron con la ayuda económica de los padres de Amparo, Agustín y Emilia. El motivo de ir a este barrio fue porque era lo más asequible para independizarse en aquella época, por aquel entonces era un barrio pequeñito separado por la vía del ferrocarril y poco a poco lo vieron crecer.

La primera tienda de Calzados Mariano era pequeñita con un escaparate pequeño, dentro estaba la tienda, más adentro el dormitorio principal y una cocina, donde nacieron sus dos hijas, Amparo y Nieves. En un primer momento, Amparo lleva la tienda y su marido empieza a vender género por los pueblos con una furgoneta DKW. Mariano compraba género en diferentes fábricas, todo producto nacional, algo que se mantiene en nuestros días. La hija pequeña, Nieves, actual propietaria del establecimiento, todavía recuerda cómo los sábados se iba al rastrillo de Toledo con su padre a vender zapatos: “Tenía seis años y recuerdo que las zapatillas de cuña costaban 5 pesetas y las planas 2,50 pesetas”.

Calzados Mariano

A la izquierda, Amparo, la fundadora, en los años 80 despachando a una cliente; y Amparo, Nieves y Zaida con la Mención de Honor a la Trayectoria Profesional dada en 2012

En 1972 se trasladan al número 9 de la misma calle Estudiantes, porque la tienda se les queda pequeña,  y el dueño del anterior local, Don Paco Medina, ayuda a la familia a encontrar el otro local. Este local era un poquito más grande, con dos escaparates, una tiendecita con exposición de zapatos, una mesa para despachar y la trastienda. Al ver que todo funcionaba, decidieron abrir otras tiendas en Villaverde, Leganés (Zarzaquemada) y Parla, el negocio iba prosperando. El hijo mayor se fue a la tienda de Leganés mientras que sus hijas pequeñas, Amparo y Nieves ayudaban a su madre en Getafe al salir del colegio.

Pero en el año 1977 Mariano tiene un accidente de coche y pierde la vida. Y ahí es donde empieza el suplicio de Amparo y las dificultades que se encontró para poder seguir con el negocio. En aquellos años, las mujeres tenían muchas trabas en el camino como por ejemplo no poder tener una cartilla del banco a su nombre. Además,  los proveedores no confiaban en ella, no creían que una mujer fuera capaz de sacar adelante un negocio e incluso algunos dejaron de servirle género. Amparo se ve sola, sin ninguna ayuda, excepto dos o tres fabricantes que confían en ella y le dejan los pagos más fraccionados para que pueda ir pagando poco a poco. Entonces, deciden cerrar algunas tiendas y quedarse sólo con la de Getafe y Leganés. Estuvieron todos juntos hasta los 80 que el hermano mayor se independiza.

Amparo se jubila y Nieves continúa la tradición

En el año 2000, Amparo se jubila y Nieves toma las riendas del negocio para seguir con la tradición de Calzados Mariano. Una vez jubilada, todos los días acude a la tienda hasta hace apenas un mes que se encuentra algo delicada de salud, y al ser un negocio cercano y familiar de barrio, todas las mañanas se reúnen cuatro señoras con Nieves para charlar de sus cosas, entre ellas Paquita, Mari, Tele y Pili.

En cuanto al establecimiento, en el año 2000 se hace una reforma donde se cambia la fachada antigua que era de azulejo verde oscuro y terrazo. La colocación del calzado era con bandejas de hierro y zapatos colgados, se cambió la colocación en baldas, un nuevo mostrador, sillones, se informatizó el negocio y en la tienda se incorporó un pinky para poner en el pie para que el zapato no esté probado por ningún pie descalzo.

En cuanto al género también ha ido cambiando, en los inicios se llevaban botas de charol, las plataformas en los años 70 junto a la época de tacón cubano y puntera fina de caballero, en los 80 empezó el color en el zapato (amarillo, rosa, verde). En el escaparate no había tanta variedad de calzado como hoy en día, y en los primeros años había un escaparatista, pero más adelante Nieves se encargó de ellos. Antiguamente se compraba la temporada de invierno en verano, con seis meses de antelación y ahora se compra al momento lo que se necesita.

La forma de vender también ha cambiado, en los años 60-70 se vendía a plazos, en un cuadernillo apuntaban: esta persona se ha llevado este zapato que vale 1.000 pesetas y me ha dado 30 pesetas, por ejemplo. Y el párroco Don Rufino por aquellos años se dirigía a ellos para que ayudaran a calzar a alguna familia con problemas económicos. Y ahora colaboran cuando pueden con orfanatos y la Cruz Roja. Y es entonces cuando  Nieves recuerda con afecto esto: “Mi padre era muy conocido y querido en el barrio porque cuando llegaban las fiestas de San Juan llevaba a la gente al Alberche, entonces nadie tenía coche, él hacía dos o tres viajes para llevar a la gente al río. Se vivía en familia, cuidábamos unos de otros. Y por eso hemos ido subsistiendo, porque nos recuerdan y somos la tienda que lleva aquí toda la vida. Hemos tenido siempre un trato muy familiar con todo el mundo. Y es un orgullo que la gente recuerde lo buena persona que era mi padre, después de 40 años se siguen acordando”.

Las hijas de Nieves,  Cristel y Zaida, siempre han ayudado en el negocio cuando salían del colegio, hacían allí sus deberes y formaban parte de la tienda e incluso han trabajado allí mientras cursaban sus estudios, pero decidieron trabajar en lo suyo. Quizás la actividad empresarial de Calzados Mariano termine el día en que Nieves se jubile, pero tiene claro que todo empezó en la calle Estudiantes y quisiera terminar allí para trabajar cómodamente con su público y sus clientas a las cuales agradece que sigan confiando en ella después de 55 años.

Texto: Natalia Sánchez Martín-Albo

Foto: Calzados Mariano