De 18 socios fundadores a casi 500 en 63 años de existencia no sin dificultades

El 16 de marzo de 1954 quedaba aprobada formalmente la Cooperativa Agrovitivinícola ‘San Isidro’ de Pedro Muñoz en asamblea plenaria que era ratificada 13 días después por la Jefatura Provincial de la Obra Sindical de Cooperación de Ciudad Real (la Obra Sindical de Cooperación -OSC- se ocupaba de recoger, promover y dirigir el movimiento cooperativo español así como la protección, vigilancia e inspección de las sociedades cooperativas, según se recoge en archivos oficiales).

Bodegas San Isidro en los años 70 u 80.

Esa asamblea, de carácter extraordinario, fue presidida por Pedro Fernández Peinado, padre del actual consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha, Jesús Fernández. Pedro Fernández quien, posteriormente, sería también presidente de la bodega pedroteña durante varios años.

En esa reunión se aprobaron igualmente los órganos de gobierno y gestión de la cooperativa: una Junta Rectora, cuyo presidente sería Juan José Huelves Sánchez-Cruzado, con un tesorero, secretario y cuatro vocales; y un Consejo de Vigilancia con tres de los socios de la cooperativa (lo que más tarde, formalmente hablando, serían los interventores de cuentas). Se sabe, cuenta el actual presidente, Miguel Fernández Díaz, que el alcalde y el sacerdote también formaban parte de la cooperativa, de ésta y de muchas otras, aunque no conste su función exacta.

Un total de 18 pequeños viticultores de Pedro Muñoz dieron el paso y fundaron esta cooperativa de San Isidro ante un presente y futuro cercano nada halagüeños. Eran años muy difíciles, había siempre largas colas para la entrega a los industriales, que ofrecían unos precios muy bajos, “no sabemos si las bodegas no tenían capacidad o no daban abasto por la gran cantidad de uva, hasta dos días enteros tardaba la gente en descargar los carros y, mientras, la cuadrilla esperaba en la viña”, comenta Fernández Díaz.

La primera cosecha se elabora en una bodega alquilada, sita en la calle General Sanjurjo, 12 (hoy calle Concordia) y los ya 76 socios entregan casi 750.000 kilos de uva, principalmente de la variedad Airén, algo de Tempranillo y Garnacha. Paralelamente, se buscan terrenos en las afueras del pueblo para construir una bodega, en la carretera del Toboso, 1, ubicación actual de la cooperativa. En esos años, en esa zona solo había eras de trillar que se fueron adquiriendo poco a poco. Así, en 1955, la siguiente cosecha, con una pequeña nave de tinajas, un descargadero y un lagar se inicia la actividad vinícola en las que serán las definitivas instalaciones de la cooperativa.

 

Mostos azufrados para industriales

La cooperativa San Isidro se ha dedicado desde sus orígenes a la elaboración de mostos azufrados, al igual que muchos grupos vitivinícolas de Pedro Muñoz, que vendían a industriales de la comarca para zumos y concentrados como Mostos Españoles o Grupo Huertas. No obstante, se elaboraba algo de vino tinto y blanco para consumo de socios.

La superficie de viñedo acogida a la cooperativa no llegaba entonces siquiera a las mil hectáreas, frente a las 5.000 existentes en la actualidad. En esos primeros años, el viñedo compartía espacio con las ricas huertas para autoconsumo de las familias y los cereales para pasto y alimento de las mulas que araban la tierra. Las aguas subterráneas eran muy superficiales en Pedro Muñoz, lo que permitía regar sin mucho coste las huertas situadas en las mejores parcelas, hasta que dicho recurso se fue agotando y había que buscarlo a mayor profundidad, acabando por desaparecer las huertas. La mecanización del campo hizo el resto para homogeneizar el paisaje pedroteño de vides.

Imágenes de la bodega en diferentes épocas.

La cooperativa San Isidro creció en socios a lo largo de muchos años (actualmente suman 480), siendo un 80-90% pequeños viticultores con producciones de menos de 10, 20 o 50.000 kilos. A mediados de los años 60 se produce un hecho que supone el estancamiento y pérdida de socios de la cooperativa pedroteña. Explica Fernández Díaz que la ley general de cooperativas establecía que los socios tenían que entregar en las cooperativas el 100% de su producción pero algunos bodegueros particulares de Pedro Muñoz, de los mayores del pueblo, seguían autónomos: “Preferían comprar 40-50.000 kilos en Sociedades Agrarias de Transformación que existían en la población. Al cabo de unos años acababan definitivamente como socios de las mismas, que actuaban por cupo y no como nosotros”.

Otra etapa decisiva fue la modernización de la cooperativa hace más de 20 años. “Igual que otras cooperativas cercanas nacieron en años posteriores con tecnología moderna, la nuestra estaba muy anticuada, no había prensas, la uva se echaba en depósitos de un millón, dos millones de kilos de uva y ella sola iba sangrando, los técnicos modernos no sabían trabajar de esa forma, urgía modernizar la bodega”, observa Miguel Fernández.

Fueron grandes inversiones, recuerdan, se quitaron todas las naves de tinajas, se pusieron prensas y descargaderos modernos. Algunos socios quisieron que se reconocieran esas inversiones como capital social, pero “era como una deuda perpetua, venían hijos de socios jubilados o retirados y exigían su capital de obras que ya no existían”. Luego, los socios asimilaron que eso no era posible.

Con los 2000, vinos de calidad y exportación

Será precisamente durante la última etapa de la cooperativa y con Miguel Fernández al frente (desde 2004) cuando se apueste por elaborar vinos de calidad sin dejar de fabricar mostos azufrados. Se incorporan unidades de frío, también en los depósitos, y se empieza a embotellar con marcas como Carril de Cotos, de Vinos de Tierra de Castilla (airén, tempranillo joven, rosado, tempranillo envejecido, en barrica y cabernet sauvignon barrica). También elaboran vino de denominación de origen La Mancha bajo la marca ‘Amigo Sancho’ de las variedades Sauvignon Blanc en blancos, o Merlot y Tempranillo en tintos, además de un Tempranillo y Cabernet Sauvignon roble.

El actual presidente de Bodegas San Isidro con los últimos vinos premiados.

En estos años han obtenido multitud de galardones, los últimos el mejor tinto crianza de Gran Selección de Castilla-La Mancha al Carril de Cotos tempranillo envejecido en barrica añada 2014 y  Selección plata para Carril de Cotos Airén 2016. También han sido premiados en Bruselas, Fercam o los tres oros por sus tres tintos en el certamen ‘1000 no se equivocan’ de Alcázar de San Juan.

Empieza a su vez la fase de exportación en San Isidro. En este sentido, Fernández recuerda a un gerente, Antonio Cano, con mucha experiencia en comercio exterior, que vino de la cooperativa de Mota del Cuervo (Cuenca). Ahora la mayor venta de vino a granel, también ecológico, y embotellado, la tienen en EEUU, China, Israel o Ghana, entre otros países.

El futuro de la cooperativa, apunta Miguel Fernández, debe pasar por la integración, “las administraciones nos empujan a ello, las mejores ayudas son para bodegas agrupadas o miembros de Entidades Asociativas Prioritarias de Interés Regional -EAPIR-”. En este sentido, considera que sería bueno que la unión se produjese primero entre bodegas de la localidad, “existen muchos vínculos entre nosotros, algunos socios de aquí lo son también de la SAT Coloman por lazos familiares”.

Pese a avatares pasados, deseamos a la cooperativa un futuro prometedor siguiendo la senda exportadora y de ferias que tan buenos reconocimientos les están dando.

Texto: Oliva Carretero Ruiz

Fotos: Bodegas San Isidro